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..."hechos fortuitos, sin un sustento racionalmente lógico, senderan el curso de nuestra propia existencia".. discurre en su apasionante libro el doctor Larry Townsend, internista de Brooklyn en New York. En efecto, Townsend estudiaba, según enuncia en sus prietas reflexiones, el temprano pensar en el psicoanálisis de S. Freud que acordó horas de trabajo con J. Ba- binsky y A. Munthe en el Hospital de la Salpetriere en París en 1885. Cuando estaba en esta tarea en la Princeton University, Townsend inesperadamente se encontró en medio de conferen- cias del corazón artificial. En 1986, mientras recomponía la vida de A. Munthe en Ana- capri, leyó en el Corrieri di Napoli sobre los pacientes de C. Ca- brol en París con corazón artificial. Townsend en el Hospital de La Pitié en París conoció de modo fortuito al doctor Domingo Liotta, y tuvo con fruto, el segundo gran atisbo en esta erudi- ción tópica. El autor ha conseguido, con acierto, en este relato concertar para el gran público dos aspectos cruciales de esta te- mática: el grandioso progreso de la medicina moderna, aunque solo permisible en el encuadre ético de los científicos inmersos en esta, no facil, estrepitosa, carrera técnica de nuestro tiempo.

LARRY TOWNSEND - HISTORIA DEL PRIMER CORAZON ARTIFICIAL

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..."hechos fortuitos, sin un sustento racionalmente lógico, senderan el curso de nuestra propia existencia".. discurre en su apasionante libro el doctor Larry Townsend, internista de Brooklyn en New York. En efecto, Townsend estudiaba, según enuncia en sus prietas reflexiones, el temprano pensar en el psicoanálisis de S. Freud que acordó horas de trabajo con J. Ba- binsky y A. Munthe en el Hospital de la Salpetriere en París en 1885. Cuando estaba en esta tarea en la Princeton University, Townsend inesperadamente se encontró en medio de conferen- cias del corazón artificial. En 1986, mientras recomponía la vida de A. Munthe en Ana- capri, leyó en el Corrieri di Napoli sobre los pacientes de C. Ca- brol en París con corazón artificial. Townsend en el Hospital de La Pitié en París conoció de modo fortuito al doctor Domingo Liotta, y tuvo con fruto, el segundo gran atisbo en esta erudi- ción tópica. El autor ha conseguido, con acierto, en este relato concertar para el gran público dos aspectos cruciales de esta te- mática: el grandioso progreso de la medicina moderna, aunque solo permisible en el encuadre ético de los científicos inmersos en esta, no facil, estrepitosa, carrera técnica de nuestro tiempo.

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