El planeta es cada vez más pequeño. Las fronteras se difuminan y los mercados tienen una dimensión mundial. A principios del siglo XIX, en plena expansión de la burguesía industrial, David Ricardo argumentó que el comercio internacional era un juego en el que todos los participantes ganaban. En un mundo donde los capitales fluyen con una libertad nunca vista y la producción se ubica donde más conviene a las empresas, sigue siendo cierto? Somos todos ganadores de la globalización? Voces críticas, como la de Joseph Stiglitz, arguyen que la realidad es más compleja y nos descubren las luces y sombras de la mundialización económica.
El planeta es cada vez más pequeño. Las fronteras se difuminan y los mercados tienen una dimensión mundial. A principios del siglo XIX, en plena expansión de la burguesía industrial, David Ricardo argumentó que el comercio internacional era un juego en el que todos los participantes ganaban. En un mundo donde los capitales fluyen con una libertad nunca vista y la producción se ubica donde más conviene a las empresas, sigue siendo cierto? Somos todos ganadores de la globalización? Voces críticas, como la de Joseph Stiglitz, arguyen que la realidad es más compleja y nos descubren las luces y sombras de la mundialización económica.