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La joven fotógrafa argentina Brisa Giulli viaja a Cuba como integrante de la comitiva que acompañará al quíntuple campeón de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio durante el Gran Prix de La Habana. Hijo de un poderoso tabacalero y artista polifacético, Joel Fernández trabaja en secreto para la revolución en ciernes. Cuando Brisa y Joel se conocen durante una cálida noche de febrero de 1958, saben que ya nada será igual para ellos. Atravesados por los dramáticos acontecimientos políticos, vivirán un amor intenso, desmedido y ardiente. Pero, al calor de las transformaciones en el país caribeño, quedarán atrapados en una serie de situaciones límite que los obligarán a tomar terribles decisiones. Amor, suspenso y el relato de una serie de hechos reales que cambiaron el mundo –la Revolución cubana, el secuestro de Fangio en La Habana, el Salon de Mai– diseñan la trama de esta nueva novela de Viviana Rivero. Los colores de la felicidad es una historia irresistible, signada por la búsqueda de un ideal –la libertad– y por un mensaje aprendido a sangre y lágrimas: la felicidad está más cerca de lo que creemos, sólo es cuestión de pelear por ella «Clic», dispara la Kodak y el lente capta la imagen de una mujer de treinta y cuatro años que lleva minifalda a cuadros y botas altas de cuero blanco. El cabello rubio le llega a la cintura como dicta la moda, y en su regazo tiene un sobre que le quema las manos y el corazón. La delatan la expresión de su rostro y el temblor de sus dedos al abrirlo. Un segundo y sus ojos marrones quedan prendados en las letras de la carta. Esa soy yo, hoy, ahora, y esa es mi cámara; pero no hay foto, sólo la imagino, como siempre, como casi siempre me gusta hacer con mi propia imagen cuando algo importante sucede en mi vida. Quizá sea porque las fotografías siempre me han atraído. O, quizá, porque los retratos jamás han dejado de ser importantes para mí. Mi máquina me permite plasmar en imágenes el mundo de sentimientos que mis ojos descubren. Al revelar la película, puedo mostrarlo, compartirlo, que otros vean el universo —mi pequeño mundo— a través de mi cámara. Y eso, me da un inconmensurable placer. La vida siempre se me ha antojado como un enorme álbum de fotos, un libraco con muchas hojas en blanco que, a medida que pasan los años, cubrimos con imágenes memorables, las instantáneas que conforman nuestra existencia. Páginas y páginas vacías que, desde nuestro nacimiento, esperan quedar atiborradas de imágenes. Pero lo más tremendo de esta idea que tengo desde muy niña, lo más grandioso de esta conjetura, es que pienso que sumadas a las fotos propias que pegamos en nuestro álbum de vida, también se van sumando otras que son colocadas por las manos de personas ajenas, hombres y mujeres que comienzan a aparecer y a cobrar importancia en el álbum de nuestra existencia. Y esas fotografías armarán, junto con las propias, nuestro álbum de vida. Y hoy, que mis manos sostienen el sobre que contiene la invitación para participar en el Salón de Mai que se realizará por primera vez en Cuba, siento que una fotografía extraña acaba de colarse en las páginas de mi álbum, porque alguien que yo casi no conozco ha planeado realizar el Salón de Mai en la isla y ha decidido que yo debo estar allí. Cuba… Joel Fernández. Ese país y ese nombre siempre vendrán unidos para mi; pienso en ambos y el corazón me late fuerte.

VIVIANA RIVERO - LOS COLORES DE LA FELICIDAD

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La joven fotógrafa argentina Brisa Giulli viaja a Cuba como integrante de la comitiva que acompañará al quíntuple campeón de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio durante el Gran Prix de La Habana. Hijo de un poderoso tabacalero y artista polifacético, Joel Fernández trabaja en secreto para la revolución en ciernes. Cuando Brisa y Joel se conocen durante una cálida noche de febrero de 1958, saben que ya nada será igual para ellos. Atravesados por los dramáticos acontecimientos políticos, vivirán un amor intenso, desmedido y ardiente. Pero, al calor de las transformaciones en el país caribeño, quedarán atrapados en una serie de situaciones límite que los obligarán a tomar terribles decisiones. Amor, suspenso y el relato de una serie de hechos reales que cambiaron el mundo –la Revolución cubana, el secuestro de Fangio en La Habana, el Salon de Mai– diseñan la trama de esta nueva novela de Viviana Rivero. Los colores de la felicidad es una historia irresistible, signada por la búsqueda de un ideal –la libertad– y por un mensaje aprendido a sangre y lágrimas: la felicidad está más cerca de lo que creemos, sólo es cuestión de pelear por ella «Clic», dispara la Kodak y el lente capta la imagen de una mujer de treinta y cuatro años que lleva minifalda a cuadros y botas altas de cuero blanco. El cabello rubio le llega a la cintura como dicta la moda, y en su regazo tiene un sobre que le quema las manos y el corazón. La delatan la expresión de su rostro y el temblor de sus dedos al abrirlo. Un segundo y sus ojos marrones quedan prendados en las letras de la carta. Esa soy yo, hoy, ahora, y esa es mi cámara; pero no hay foto, sólo la imagino, como siempre, como casi siempre me gusta hacer con mi propia imagen cuando algo importante sucede en mi vida. Quizá sea porque las fotografías siempre me han atraído. O, quizá, porque los retratos jamás han dejado de ser importantes para mí. Mi máquina me permite plasmar en imágenes el mundo de sentimientos que mis ojos descubren. Al revelar la película, puedo mostrarlo, compartirlo, que otros vean el universo —mi pequeño mundo— a través de mi cámara. Y eso, me da un inconmensurable placer. La vida siempre se me ha antojado como un enorme álbum de fotos, un libraco con muchas hojas en blanco que, a medida que pasan los años, cubrimos con imágenes memorables, las instantáneas que conforman nuestra existencia. Páginas y páginas vacías que, desde nuestro nacimiento, esperan quedar atiborradas de imágenes. Pero lo más tremendo de esta idea que tengo desde muy niña, lo más grandioso de esta conjetura, es que pienso que sumadas a las fotos propias que pegamos en nuestro álbum de vida, también se van sumando otras que son colocadas por las manos de personas ajenas, hombres y mujeres que comienzan a aparecer y a cobrar importancia en el álbum de nuestra existencia. Y esas fotografías armarán, junto con las propias, nuestro álbum de vida. Y hoy, que mis manos sostienen el sobre que contiene la invitación para participar en el Salón de Mai que se realizará por primera vez en Cuba, siento que una fotografía extraña acaba de colarse en las páginas de mi álbum, porque alguien que yo casi no conozco ha planeado realizar el Salón de Mai en la isla y ha decidido que yo debo estar allí. Cuba… Joel Fernández. Ese país y ese nombre siempre vendrán unidos para mi; pienso en ambos y el corazón me late fuerte.

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